NO HAY UN ROJO MÁS INTENSO QUE LOS GRISES DEL GUERNICA




El pasado 26 de abril se cumplieron 80 años del bombardeo de Guernica. Un hecho de la historia de España lejano en el tiempo (casi un siglo) pero cercano aún en el recuerdo de testigos directos del cruel suceso. En los  historiadores está el compromiso y la responsabilidad de que no caigan en el olvido los acontecimientos pretéritos, más si tenemos en cuenta que siempre la Historia ha sido contada por los vencedores por lo que, inevitablemente se narra de forma sesgada y no siempre fiel a la realidad.
Sucedió, en este caso, que periodistas extranjeros se hicieron eco del brutal bombardeo y que un pintor malagueño, Pablo Ruiz Picasso,  hasta entonces sumido en su trabajo íntimo y reflexivo para ahondar en las vanguardias, bajo encargo del Gobierno de la República Española, quiso reflejarlo en un lienzo.

Repasamos hoy en el blog, el hecho histórico y la obra de Picasso: El Guernica, homenajeado también por el Museo Reina Sofía donde presenta una exposición bajo el título: “PIEDAD Y TERROR EN PICASSO. EL CAMINO A GUERNICA” desde el 5 de abril hasta el próximo 4 de septiembre.


Fue un lunes 26 de abril de 1937 a las 4 de la tarde,  cuando en la localidad vizcaína de Guernica que vivía un día de mercado lleno de ciudadanos civiles,  recibía un bombardeo que duró más de tres horas por parte de la Legión Cóndor de la Alemania Nazi y de la Aviación Legionaria de la Italia de Mussolini. Según cuentan las crónicas del ataque, a los quince minutos de caer la primera bomba, llegaron tres aviones en formación triangular bombardeando a muy poca altura y así continuaron varias oleadas sumándose más aviones en cada oleada de ataque. La ofensiva fue severa. A las bombas explosivas se sumaban los racimos de bombas incendiarias al tiempo que se ametrallaban a todo aquel que hubiera en la calle tanto en la ciudad como en los campos de alrededor. El balance final sería de más de 30 toneladas de bombas caídas en la localidad, que destruyeron casi el 90% de los edificios, si bien, ni las fábricas de armamento ni el puente de Errentería, que deberían/podrían haber sido los verdaderos objetivos estratégicos,  fueron atacados. Mientras que el régimen franquista no registró ningún muerto, incluso mantuvo que el ataque fue obra de los propios republicanos,  las cifras del Gobierno Vasco reflejaron más de 1000 fallecidos (un 10% de la población).  Lo que no puede negarse, sin embargo, es que supuso un ensayo preparatorio de lo que acontecería en la II Guerra Mundial, convirtiéndose así Guernica en la primera población urbana de Europa destruida sistemáticamente. Para algunos historiadores la elección de la localidad de Guernica fue por su idoneidad para perpetrar en ella el ensayo del lugarteniente de Hitler y comandante supremo de la fuerza aérea nazi, Hermann Goering, lo que vendría a significar una puesta a punto de los bombardeos sobre poblaciones civiles que se llevaría a cabo más tarde, además de constituir un daño a las reivindicaciones nacionalistas.


En realidad, no solo el bombardeo de Guernica supuso el ensayo general de la II Guerra Mundial. La Guerra Civil española que había comenzado el 18 de julio de 1936 (casi un año antes del bombardeo), se convirtió desde el principio en la prueba de los dos bandos que protagonizarían los sucesos siguientes en el viejo continente: a un lado del tablero, los izquierdistas apoyados por Rusia, Francia e Inglaterra y, al otro lado, los derechistas, respaldados por Italia con Mussolini y Alemania con Hitler.

Desde aquel día de julio del 36, cuando una parte del Ejército abanderado por el general Francisco Franco se levantó contra el gobierno de la Segunda República en manos de Manuel Azaña, España quedó dividida en dos frentes, más por motivos geográficos que ideológicos. Así, Guernica quedaría enclavada dentro de la zona republicana.

El primer encargo que el gobierno republicano le hace a Picasso en enero de 1937 era realizar un cuadro que sirviera de propaganda política para la Exposition Internationale des Arts et Techniques que se celebraría en París, como también se había contado con otros artistas como Joan Miró o Julio González. 

Durante varios meses Picasso estuvo pensando el tema del cuadro que presentaría, sin embargo, los acontecimientos acaecidos aquel 26 de abril, hará que todo su proceso creativo gire en torno al brutal bombardeo, además, la prensa internacional ya se había hecho eco de él. En un solo mes, Picasso realizaría 45 bocetos, estudios, dibujos... que conformarían el lienzo de 3,5 x 7,77 metros. Gracias al reportaje fotográfico que realiza Dora Maar en el mismo momento creativo de Picasso,  podemos hacernos una idea de la evolución del cuadro, así como cambios y rectificaciones a los que fue sometido por parte del artista. Un gran cuadro hecho en blanco y negro, lo que acentúa su dramatismo, un cuadro lleno de sonidos silenciosos en la misma paradoja donde convive la libertad y la guerra. Una obra en la que se respira la barbarie, la sinrazón en un pueblo lleno de víctimas inocentes, como no podría ser de otro modo porque nunca se es culpable para someterse a tan alta crueldad. La genialidad de Picasso se plasma en representar el momento de una muerte con trasfondo de guerra pero sin un solo avión, sin una metralleta, sin ninguna bomba, convirtiéndose así en el primer panfleto pacifista de la historia y símbolo de la lucha por la libertad.





Picasso estructura dentro del caos de las distintas escenas del lienzo, diferentes historias que por sí solas representan un motivo principal: las mujeres, la tauromaquia, caballos, la batalla...

Siguiendo una lectura del cuadro de izquierda a derecha, se nos muestra una mujer que mira al cielo como pidiendo una explicación mientras sostiene en sus brazos a su hijo muerto, recordando la imagen religiosa tan recurrida de la Piedad. Abrazadas ambas figuras por la figura de un toro, símbolo animal de España, mientras que a sus pies, tumbado, yace un guerrero que aún sujeta lo que podría ser una espada. La figura circunspecta del toro es la única en el cuadro que contempla la escena de una forma inexpresiva y pasiva.







En el plano superior del guerrero se sitúa un caballo retorcido sobre su silueta expresando agitación y movimiento al tiempo que podemos reconocer su relincho inquieto. Sobre el caballo se sitúa una bombilla enmarcada en el sol, haciendo una referencia a la caída del astro por los acontecimientos ocurridos y la necesidad de recurrir al artificio para que la escena de nuevo sea inundada por la luz. Entre el caballo y el toro se representa un pájaro, recurrente en la pintura de Picasso, que se une al concierto de alaridos en busca de una justificación imposible.

A la derecha del lienzo se encuentra un grupo de mujeres que dirigen su llanto y miradas hacia la izquierda. Una de ellas, rota de dolor, levanta sus brazos desnudos hacia el cielo mientras su casa arde y se desploma; otra, sale de la ventana con una lámpara dirigiendo la luz, como si se tratara de la libertad, hacia la escena; y por último, la tercera mujer escapa de la casa arrastrándose.
Así, “El bombardeo de Guernica” se ha convertido en el símbolo de nuestra guerra civil, aunque podría extenderse a todas las guerras, injusticias, dramas en las que el silencio muchas veces es la respuesta a los abusos y sinrazones de una sociedad que mira hacia otro lado. Y aún más, dentro de la Historia del Arte, simboliza el cuadro español del siglo XX.
Cuando termina la Guerra y el bando franquista se hace con el poder, el cuadro, que había sido adquirido por el gobierno republicano, será enviado, por decisión de Picasso a Nueva York, siendo custodiado en el Museum Of Modern Art (MOMA) a la espera de que terminara el conflicto de la II Guerra Mundial. Sin embargo, se renovó el préstamo en el MOMA por tiempo indefinido hasta que la democracia no se instalara en España, tal y como había decidido el artista. Sería en 1981 cuando vendría a instalarse por primera vez en España exponiéndose en el Casón del Buen Retiro, dependencia del Museo del Prado donde se exponen las colecciones de los siglos XIX y XX. En 1992 ingresará en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, ajeno, como debe ser de cualquier reivindicación nacionalista, porque el arte es universal.




Realizado por Marián Herrero

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